17 febrero 2012

Crisis en la (re)presentación del sujeto femenino en "El conspirador"

Crisis en la (re)presentación del sujeto femenino en El conspirador



Lorena García Pizarro

1. Generalidades

         En el siglo XIX, tras la categoría de clases y la exclusión social había otro problema latente e ignorado: la exclusión del género femenino a la esfera de lo público (política, cultura y soberanía). En el imaginario colectivo de entonces solo se concebía la participación femenina en la esfera de lo privado, lo que significaba que su participación estaba vetada en el ámbito público.

         En la actualidad, la mujer cumple un rol importante en la sociedad: en lo político, social, económico y cultural. Fue, precisamente, el aire de modernidad en el siglo XX lo que potenció la incursión de la mujer en la actividad política; esfera vetada para el género femenino en el siglo XIX. Es, precisamente, la categoría de género, lo que permite realizar un desmontaje crítico de la desigualdad a partir de lo físico y biológico asumido como natural por una época que evidencia el imaginario colectivo de la ideología sexual dominante: la cultura hegemónica del varón.

        El conspirador (1892), novela de corte histórico, es la representación simbólica de una época en el Perú donde no existe un proyecto político acorde a las necesidades. Para Carmen Mc Evoy es un problema que el Perú ha heredado hasta el día de hoy. En la novela, los vacíos políticos se desarrollan a partir del personaje Ofelia, que despierta nuestra atención por escapar al paradigma de la mujer del siglo XIX. Motivo por el que centraremos nuestro interés en la crisis de la representación de este personaje.


2. Representación simbólica de lo masculino en El conspirador

      El siglo XIX fue, sin duda, un período conflictivo para nuestros líderes militares que encabezaron el gabinete presidencial durante décadas. Es precisamente, el clima formado por estos gobiernos autócratas y conservadores lo que generó un espíritu revolucionario en los civiles.

      Del mismo modo, el personaje-narrador de la novela, Jorge Bello, creció en un clima hostil con espíritu revolucionario, pues las ideas revolucionarias y la destitución de los gobiernos autoritarios eran parte del imaginario colectivo. Nótese en su discurso: “Al hombre del estado, sólo lo forman la sociedad y los acontecimientos”. Precisamente, el despotismo de los gobiernos, el clima hostil entre los subordinados y la ambición al poder determinaron su carácter y sus objetivos.

      Es a partir del habitus del personaje que podemos entender el imaginario colectivo de la época: “No es la educación de la familia, ni tampoco la de los colegios, lo único que imprime su sello individual en el hombre público; es más bien, el medio ambiente; esa atmósfera moral en que se amolda su espíritu y se animan sus ideas” (35). Para Jorge, el influjo naturalista y las circunstancias políticas son determinantes en el porvenir del individuo.

      Es decir, la esfera de lo público ligado a la actividad política, la economía, la cultura estaba destinada sólo para los varones, mientras que la mujer relacionada a lo privado, a lo doméstico, al pathos estaba prohibida de acceder a la esfera pública. Si bien el término hombre alude genéricamente al varón y a la mujer en la actualidad, en el imaginario colectivo de la época, dicho término aludía solo a lo que hoy es la categoría varón.

     Dicho imaginario colectivo determinado por el conservadurismo, las apariencias se deja entrever en el fastidio que sentía Jorge Bello cuando Ofelia se inmiscuía en las actividades de su partido político: “miraba con disgusto el que ella tomara parte activa en nuestros planes de conspiración”.


3. El modelo mariano como constructo social

     Para Jorge al igual que sus contemporáneos sólo existía, en su imaginario, el modelo Mariano: la exaltación de la maternidad, la superioridad moral de la mujer y la pureza a semejanza de la virgen María. Cuando Jorge huye del gobierno es asilado por su amigo Montalvo, cuya esposa e hija son la encarnación del modelo mariano impuesto por la ideología sexual dominante:
[…] la señora se ocupaba de los quehaceres de la casa, y era sumamente hacendosa, modesta, amable; la joven pasaba su tiempo leyendo libros místicos, tocando el piano o bordando con gran habilidad […] las salidas fuera de la casa, tanto de la madre como de la hija, limitábanse a la misa de ocho de la iglesia vecina. […] (114).
    Este es el modelo de la mujer hogareña, dedicada al cuidado de la hija, de una moral verosímil. Modelo al que escapa Ofelia y, en cierto sentido, la tía de Jorge (la ex-coronela).

    Lucía, la ex-coronela y Ofelia representan los tres modelos de mujer en la vida de Jorge, que integran lo que fue, lo que es y lo que pudo ser. La ex-coronela, una mujer de carácter dominante, por cuya exigencia al sillón presidencial perdió la vida su marido el coronel; fue la que inculcó en su sobrino el amor por la carrera militar, a partir de la historia del coronel. Fue ella quien despertó su ambición por el poder. Esta mujer de un carácter apasionado fue quien inició su inquietud por las conspiraciones.

    Lucía, representación simbólica del ideal de mujer por sus virtudes es la que pudo conducir a Jorge al éxito. Al respecto, Jorge señala: “pudo ser el ángel que debía salvarme; la madre de familia, el centro de un hogar que para el hombre público es cual fértil terreno que le da a su savia y vigoriza el frondoso árbol, que ahonda allí sus raíces para dar más tarde magníficos frutos […]” (145). Este modelo de mujer por sus condiciones que se configuran dentro de los límites de lo permitido pudo ser aceptado por la sociedad.

    Ofelia, personaje que sufre una metamorfosis, es en un inicio el modelo de mujer virtuosa que luego deja todos los prejuicios y establece una relación clandestina con Jorge. Esta relación no es vista con buenos ojos por la sociedad; sin embargo, su amor por Jorge le exige franquear las barreras de lo moral y de lo políticamente correcto.


4. Ofelia, el personaje subversor del orden

     Ofelia, a diferencia de los otros personajes de la novela, es el personaje más conflictivo porque se resiste al proceso de socialización e identificación con el género que le corresponde y que le asigna la sociedad en la que vive. Primero, en su juventud se resiste a casarse con el hombre que la madre le impone. Se casa con un hombre que asegura ser un conde y este la estafa. Segundo, conoce al conspirador, se enamora y acepta una relación afectiva estando casada. Expone su relación al público que será un elemento negativo para la candidatura de Jorge. Tercero, se entromete constantemente en el partido político de Jorge con el fin de liderar. Espacio vetado para sus congéneres que se limitan a la esfera de lo doméstico. Por último, el amor por Jorge es tan grande que al tenerlo escondido y sin reservas económicas, opta por prostituirse para mantenerlo y cancelar así sus deudas. Con este hecho, Ofelia franquea las barreras de los códigos éticos y morales de su entorno motivados por el amor.

      En la novela, la autora nos presenta a un personaje que no se resigna a la esfera de lo privado, que no necesita la protección masculina. Y son las circunstancias las que generan una inversión de roles en el personaje Ofelia y que la conducen a una suerte de involución social. Las mismas circunstancias que Jorge reconocía que determinaban el carácter del hombre. Del mismo modo, Ofelia se ha visto obligada a proceder como las circunstancias se le presentaban.

     El cuerpo juega un rol fundamental en este personaje, pues se convierte en el “locus” donde se construye y se produce el aprendizaje del género. Desde que nace el individuo, su cuerpo empieza a ser trabajado y maquillado poniendo en evidencia que somos varones o mujeres. El cuerpo exige la interiorización de los roles, normas, mandatos que es aceptado y bien representado por Lucía. Pero Ofelia se resiste a todo tipo de normas. Se podria decir que es una mujer masculinizada en sus ideas y acciones, según los conceptos y prejuicios de la ideología sexual dominante. O más aún, es el paradigma que cuestiona a partir de sus objetivos y acciones el logocentrismo que excluye a su género de toda participación pública y en especial de la participación en la esfera del poder.

[...]

     Ofelia es un personaje que cuestiona la naturalización de lo femenino en la representación universal de la mujer. Ella franquea las barreras de lo privado, lo transgrede para acceder a la actividad política, a lo cultural, en especial al poder, ideal del género masculino.

     La actitud de Ofelia de acceder al orden poder/saber, es cuestionado por su sociedad, pero le confiere el privilegio de decir lo que cree y piensa de los políticos de su país con una gran entonación profética:
[…] ¡la política!... has aprendido al fin a conocer lo que es la política?... sabes acaso que, sin ser más que el arte de gobernar, y dar leyes y decretos, para la seguridad pública, puede ser también, una lucha noble, sublime, si es que defiende un ideal o un principio; así como es ruin e infame, si sólo simboliza la ambición de un conspirador? […] si quieres y aspiras llegar a la verdadera grandeza y prosperidad, sé leal y honrado en la vida pública franco y bondadoso en la vida íntima […]
    Es la autora, quien en el discurso de Ofelia, vierte su descontento hacia el modo como se ha ido desarrollando la política, hace una recomendación de cómo deben ser los varones en la vida íntima. Lo curioso es que este uso de la razón tan negada a la mujer lo hace precisamente Ofelia que fue subestimada por Jorge, pero cuya rebeldía frente a su entorno y su inteligencia le permiten cuestionar y analizar que las taras políticas se van a seguir arrastrando hasta el día en que se construya un proyecto político con la única convicción de buscar el desarrollo, el progreso del país y no por intereses. El discurso de Ofelia reclama la necesidad de un proyecto político. Esto significa un cuestionamiento y replanteamiento político desde el imaginario femenino.

[...]

13 febrero 2012

Función ética y crítica de la ironía en "Redoble por Rancas" (Tesis)

Capítulo cuarto


Función ética y crítica de la ironía en Redoble por Rancas


                                                                                               ¿Por qué iba yo a proponer sucesos mágicos como
                                                                                                                                reales? ¿Por qué así lo exige un realismo caduco?1
 
                                                                                                                   La conquista nos produjo un traumatismo del que aún no
                                                                                                          nos recuperamos: nos convenció de que éramos inferiores.[…]
                                                                                                                  A esta visión miserable opongo la grandeza de personajes
                                                                                                                                capaces de alzarse a la poesía y a la epopeya en el
                                                                                                                                   más olvidado rincón del mundo. En este sentido,
                                                                                                                                                 mis libros más que literarios son éticos.2


4.1. La ironía como máscara de representación en RPR

Cuando RPR se publica en 1970, se esperaba que abordara los hechos desde una perspectiva documental por dos razones: la primera, por la Noticia en la que el narrador se asume cronista de los hechos: “Este libro es la crónica exasperantemente real de una lucha solitaria: la que en los Andes Centrales libraron entre 1950 y 1962, […] Más que un novelista, el autor es un testigo”(149); la segunda razón, dijimos porque la narrativa de la década de los 60 estuvo influida por las ciencias sociales motivados por el ímpetu de un mejor análisis de la realidad peruana. Si el silencio de los historiadores y la ambigüedad de la prensa fue lo que motivó al autor a escribir la epopeya andina. ¿Querría el autor manifestar los hechos desde una perspectiva documental e histórica?


4.1.1. Redoble por Rancas: ¿es una crónica?

4.1.1.1. Las contradicciones de la prensa periodística

El 2 de marzo de 1962, las tropas de la Guardia de Asalto y de la Guardia Civil comandadas por el coronel Luis Cueto Marroquín se dirigieron a desalojar a los comuneros que habían invadido las haciendas en Cerro de Pasco3. Al menos, la prensa informó que se trataba de invasiones en las haciendas cuando, en realidad, se trataba de la reivindicación de las tierras que habían iniciado hace un par de años los comuneros ante las usurpaciones de las tierras de las comunidades, que al perderse dichas tierras4 se perdía la ganancia de la venta del cascajo, arena entre otros, lo que produjo nuevos proletarios para los centros mineros.5

La interpretación de los mismos hechos para las autoridades consistía en una operación de erradicación, para los secretarios de los partidos Apra Rebelde y Movimiento Comunal, Carlos Malpica y Manuel Scorza6, una “matanza criminal”.

La información de la “Operación desalojo” u “Operación limpieza” era contradictoria. Además, los enviados especiales de Expreso (Rodolfo Orozco y Warner Lang) fueron obligados a abandonar el lugar donde se realizaban las operaciones. El Prefecto les negó el salvoconducto para cumplir su labor informativa. Entonces, ¿cómo podrían informar imparcialmente los cronistas, como se denominaban los periodistas, sobre la “Operación desalojo”? Operación que se había preparado con absoluta reserva desde el lunes anterior.7

El encuentro de indígenas y la Guardia Civil desde la perspectiva de las autoridades se originó con el ataque de aquellos a la Guardia Civil, desde la perspectiva de los campesinos el hecho se produjo cuando la Guardia Civil los tomó por sorpresa en la madrugada e incendiaron las chozas sin respetar a mujeres y niños.

La autoridad del discurso documental de los diarios fue menoscabada por la incoherencia de las diferentes fuentes que proporcionaron los datos. Por un lado, la Guardia Civil y, por el otro, los comuneros (cronistas de su propia derrota).

El 4 de marzo, los diarios informaban que el saldo de la “Operación limpieza” era: “siete muertos y diecisiete heridos de bala”8; “Desalojo en Pasco: 2 muertos 13 heridos” mientras otros diarios guardaban su respectiva distancia sobre los hechos9; “Sangrientos desórdenes en Pasco dejan siete muertos”10; “Mueren 2 comuneros y quedan 18 heridos en desalojo en Pasco” (información que se recibió directamente de la Dirección General de la Guardia Civil y Policía)11; “Pasco: siete muertos y 18 heridos” en el que se informa, también, la señal de protesta de 35 mil obreros metalúrgicos quienes paralizaron sus labores en respuesta al desalojo, 40 mil comuneros de Huancayo manifestaron su deseo de unirse al paro de los mineros. La muerte de las comunidades en la guerra silenciada por las autoridades suscitó la conciencia y la solidaridad de los compatriotas peruanos quienes se vieron identificados en su condición de subalternos.

La Unión Sindical de Trabajadores de Lima, La Federación de Trabajadores de Construcción Civil, los Sindicatos de Campesinos del Valle de Lares y La convención, anunciaban, también, en muestra de solidaridad, la realización de un mitin nacional para pedir la renuncia del Ministro de Gobierno12. Finalmente, la disputa por la reivindicación de las tierras comunales originó la Reforma Agraria.

El desencuentro de informaciones oficiales y extraoficiales generó la desconfianza en los receptores sobre la fidelidad del discurso documental con su referente; sin embargo, creemos que la distancia histórica nos permite observar con imparcialidad la función que cumplieron algunos diarios frente a los hechos.


4.1.1.2. Redoble por Rancas y la crítica a los cronistas

El desencuentro discursivo de los diarios no podía estar exento en la interpretación que hizo el autor de RPR del discurso documental de aquellos cronistas. La llamada Noticia, bien pudo titularse prólogo, pero el autor eligió estratégicamente la denominación como tal, creemos, para establecer una aparente relación con el discurso documental lo que fue reforzado, también, por la cita del diario Expreso13 en el que revela las sobreganancias de la “Cerro de Pasco Corporation”. ¿Acaso había coherencia entre la máscara discursiva que el autor asumía y su postura de los cronistas en el corpus de la novela?

Considerando que un cronista es aquel que presenció, escuchó de fuentes fidedignas los hechos que relata, el narrador que asume la perspectiva del cronista debería abordar los hechos en primera persona si lo vivió o en tercera persona si recibió la información de otro. Sin embargo, el autor aborda los hechos desde la perspectiva de un narrador omnisciente que se anticipa y delega las voces en sus personajes para que sean sus testimonios ficcionales los que nos acerquen a los hechos.

El propósito es demostrar que el autor implícito recurre a la ironía para desestabilizar el formato de la crónica. Nótese cómo la pretendida intención de relatar hechos fidedignos propuesta en el paratexto (Noticia) es relativizada en el contenido de la novela a partir de la deliberada distancia intencional del narrador hacia los cronistas:

La distancia despectiva del narrador hacia los cronistas “ciertos cronistas afirman”, “otros memorialistas discrepan” contrasta con la deliberada intención de acercarnos al relato desde la perspectiva del mismo cronista manifestado en el paratexto. El juego de focalización del narrador unas veces omnisciente; otras, distante contrasta con la perspectiva de los cronistas, pues se distancia de los hechos intencionalmente para dejar dialogar los discursos contradictorios de aquellos.

Y aquí se confunden las versiones. Ciertos cronistas afirman que no bien el doctor oyó cantar el número premiado desgarró su boleto y golpeó la mesa gritando: «¡Esto es una estafa!» Otros memorialistas discrepan que no golpeó la mesa, pero todos coinciden en la segunda frase: «Este hombre –dijo el doctor señalando con el índice a Loro– es pariente de los organizadores.» El público se estremeció: el magistrado denunciaba una verdad. El borroneado Loro era cuñado de una sobrina tercera de doña Josefina de la Torre. Ni el mismo beneficiado sabía que su mujer –que para más señas hacía tres años que había huido de sus palizas –guardaba tan invisible parentesco con una dama tan distinguida como doña Josefina, cuya puerta, de más decirlo, nunca había cruzado […] Por menores sospechas se pudrían individuos en la cárcel de Yanahuanca. El tempestuoso rostro del doctor mostró su inquebrantable decisión de impedir todo tráfico con la fe del pueblo honesto y sencillo. En el silencio que se produjo cuando la justicia dejó caer uno de sus pesados platillos […] (228-229).
Es la focalización omnisciente del narrador y no la del cronista la que se erige por sobre las informaciones contradictorias que se supone veraces. El narrador nos introduce desde su perspectiva omnisciente la otra verdad: la que los cronistas y memorialistas pretenden borrar (la calumnia del juez), la que los propios personajes desconocen (el invisible parentesco entre los personajes).

En ese sentido, hay un diálogo entre instancias de enunciación en el que se desacredita la práctica discursiva de los cronistas que sirven al orden oficial. El discurso del narrador es la instancia desde la que se denuncia veladamente la actitud del juez a partir de la ironía de carácter y no a partir del discurso documental.

El discurso del narrador trasciende la superficial y minuciosa descripción de asuntos triviales desde la perspectiva de los cronistas que les hace entrar en contradicciones. De este modo, el narrador deja entrever que los discursos cronistas son tergiversados por intereses.

El contraste irónico que existe entre el eco del discurso documental (mascara discursiva) que RPR pretende seguir se revela cuando la historia a relatar se manifiesta literariamente, pero ni siquiera como una novela realista, sino hiperbólicamente como una ficción con recursos postmodernos en la que se hace despliegue de la fantasía, del mundo onírico, de un lenguaje que desarticula con distancia irónica y crítica el discurso pretendido en la Noticia.


4.1.2. La ironía como instrumento crítico al discurso histórico


Hasta fines de la década del 60, el discurso histórico en el Perú era el instrumento de poder y legitimación de una conciencia histórica de la clase dominante. Su práctica ideológica y discursiva excluía del marco histórico oficial a las clases populares (mineros, comuneros) que eran los protagonistas de la Historia.

Desde el año 1950 hasta 1970 estuvieron ausentes en la Historia, los hechos ocurridos en Cerro de Pasco (a excepción de la tesis de Wilfredo Kapsoli Los movimientos campesinos en Cerro de Pasco (1970) y la novela Redoble por Rancas publicada el mismo año). Las sucesivas represiones del Estado hacia las comunidades andinas terminaron en masacres silenciosas salvo por la desinformación de la prensa que mal que bien presentaba una cifra irreal de los muertos, desaparecidos y detenidos. La represión de marzo de 1962 u Operación desalojo fue interpretada por los diarios dependiendo de quien proporcionaba las fuentes: las autoridades o las víctimas.

La presencia de datos históricos en contraste con los recursos fantásticos y las técnicas literarias contemporáneas en RPR motivó la incomprensión de la Crítica (Ricardo Ráez y Abelardo Oquendo). Posteriormente, se interpretó el discurso de RPR conciliando las huellas de los géneros como una crónica novelada14. Mauro Mamani asume, en su tesis, a RPR como un documento histórico:
En Latinoamérica hay una tendencia de articular la novela con la Historia. Desde que Scorza se autodenomina testigo o cronista y no novelista, la función que cumplirían sus textos estarían en el ámbito documental, para dar cuenta de los hechos y de la crítica, para denunciar lo que los historiadores, como invidentes voluntarios, no quieren ver ni contar ese “desigual combate” (Mauro Mamani, 2008: 78).
Evidentemente, RPR revela, como novela, los vacíos que ha dejado la Historia; sin embargo, no pretende ser un discurso propiamente documental. En nuestra opinión, la presencia de otros géneros y discursos, en este caso el discurso histórico, responde a una estrategia del autor implícito basada en una actitud desafiante e irónica hacia el discurso de los historiadores que desarrollaremos a partir de los siguientes puntos: el cuestionamiento del subtexto del discurso de los historiadores, la contraposición de dicho discurso y, por tanto, la ironización del discurso histórico.

Confirmaremos una vez más lo planteado anteriormente con la siguiente cita de la novela referente al encuentro cómplice de los dos terratenientes tras la muerte de los campesinos calculadas friamente por el terrateniente don Migdonio de la Torre y Covarrubias:
Ciertos cronistas sostienen que las entrevistas no duraron horas, sino días, y que en vez de celebrar un cónclave, las autoridades viajaron a las lindañas de la hacienda. Para desmentir a testigos que juran que vieron salir a las autoridades abrazadas y entre risas, los historiadores exhiben una prueba irrefutable; esa noche –¿era noche, era día?– las autoridades confirmaron que Espíritu Félix y sus catorce compañeros habían sido fulminados por un infarto «colectivo». ¿Podía establecerse el suceso sin un cuidadoso examen? Es inimaginable. Así razonan ciertos historiadores y concluyen que las autoridades ganaron, en penosas jornadas, los brumosos límites de El Estribo (260-261).
En esta cita, los discursos que contrastan son los de los cronistas e historiadores, pero contra la lógica de la verdad no solo contrastan entre ellos, sino ahora con el discurso de los testigos a quienes pretenden desmentir. La verdad como esencia del discurso historiográfico será ironizada por el narrador a partir de la incrustación de su juicio de valor en la narración: “–¿era noche, era día?–; ¿Podía establecerse el suceso sin un cuidadoso examen?”. Tras la aparente duda de la parábasis irónica (–¿era noche, era día?–) está latente la deliberada intención de relativizar el discurso de los historiadores. Esto eleva una vez más la condición del narrador sobre la del cronista y la del historiador.

La voz del narrador en RPR es la única entidad que puede relativizar las pseudo verdades impuestas por los historiadores. Esto se reafirma con el rechazo al respaldo de los historiadores, quienes protegen y liberan de responsabilidades a las autoridades con relación al infarto «colectivo». Es un hecho que no se ciñe al orden lógico del narrador, razón por la que parece entrecomillarlo («colectivo») para señalar su desacuerdo como quien frunce el ceño para mostrar su inconformidad.

En el transcurso de la narración, el narrador evidencia el objeto de las contradicciones entre cronistas e historiadores: revela sus discursos en relación con la clase dominante; por tanto, presenta discursos fragmentados y parciales que desacreditan su propio discurso:
Ciertos historiadores afirman que, tan pronto como el doctor Montenegro se enteró del desdichado fin del Cortaorejas, derramó un lagrimón. Por piedad, según unos; de pura alegría, según otros. Los cronistas que motejan de lágrimas de cocodrilo los hipos del doctor sostienen que lucía una sonrisa idéntica a la que exhibe Lucifer en el célebre Juicio Final de la iglesia de Yanahuanca (327).
Si bien los cronistas intentan describir la actitud del Juez que trama algo a raíz de la muerte de uno de sus brazos derechos: el Cortaorejas. Los historiadores en la novela construyen un discurso ficcional en torno a la naturaleza sentimental del juez Montenegro que contrasta con su naturaleza implacable. La intención consiste en disimular las futuras acciones del juez Montenegro: culpar de la muerte del Cortaorejas a la comunidad. Sin embargo, el narrador revela entre los contrastes la postura de los historiadores y relata, posteriormente, los hechos en el que el juez Montenegro manda a vejar el cuerpo del Cortaorejas para inculpar a los comuneros y así tener una justificación para intervenirlos.

La desmitificación del discurso historiográfico del ironista invita a la reflexión: ¿Hasta qué punto debe ser aceptado como verdad el discurso historiográfico? ¿Cuál es la certeza que tenemos de que no se manipula la información según los intereses de quienes están en el poder? ¿Por qué no pensar en la posibilidad que estuvimos asumiendo historias ficcionalizadas?

La desazón del autor implícito le impide pronunciarse a partir del discurso pretendido y lo hace indirectamente a partir de un eco irónico al discurso documental y salvando la distancia hacia dicha perspectiva; por tanto, evita historiar con un discurso historiográfico por el mutismo voluntario de aquellos sobre los hechos y porque su perspectiva traiciona la representación del mundo andino.

En ese sentido, dicho juego irónico, entre los discursos latentes en los paratextos y el texto, establece una relación hipertextual discursiva en la que se ironiza no solo la verosimilitud de dicho discurso; sino, también a los historiadores que construyen discursos en pro de la esfera de poder. Las pistas irónicas diseminadas en la novela nos inducen a creer que la supuesta crónica expuesta en el paratexto es solo un distractor que desorientó la lectura de la crítica.

Contradictoriamente a la ironización del discurso histórico se insertan datos históricos en RPR. El marco histórico de RPR no es construido cronológicamente, sino a través de giros temporales que permiten alternar los tiempos con el fin de interrelacionar el pasado con el presente de la novela. Así, el plano histórico en el que Fortunato evade a los guardias civiles para avisar a la comunidad que vienen a desalojarlos de sus tierras es interrumpido por el narrador para relatar ciertos datos históricos del pasado.
[…] Fortunato cruzó el control y avanzó, cautelosamente, trescientos metros, luego empezó a trotar. La pampa resplandecía. La guerra de 1930, con Colombia la perdimos. Presentimientos amargos trotaban con la lengua fuera. Pero entre 1900 y 1911 en el Putumayo se extrajeron 4.000 toneladas de caucho a costa de 30.000 huitotos. Buen precio: siete vidas por tonelada (359).
La tragedia andina es anticipada por los datos históricos y estadísticos que el narrador proporciona de la muerte de un grupo indígena en circunstancias similares. Los hechos del pasado asociados al presente narrado sugieren que este será uno de los tantos finales trágicos de los grupos indígenas que se atreven a defender una tierra que siempre será ajena y objeto de ambición y riqueza de los extranjeros.

La postura del narrador no se limita a narrar la tragedia andina, pues es usual que incorpore en el discurso narrativo sus expresiones irónicas que revelan la desazón espiritual del narrador ante las atrocidades que comete la clase dominante con los desposeídos de privilegios.

Nótese, también, cómo el narrador enumera las guerras perdidas con los extranjeros y las contrasta con las guerras internas ganadas a los grupos indígenas que no figuran en los textos:
Ocho guerras perdidas en el extranjero; pero, en cambio, cuántas guerras ganadas contra los propios peruanos. La no declarada guerra contra el indio Atusparia la ganamos: mil muertos. No figuran en los textos. Constan en cambio, los sesenta muertos del conflicto de 1866 con España. El 3° de infantería ganó solito, en 1924, la guerra contra los indios de Huancané: cuatro mil muertos (359-360).
(…) Los combates del sexenio de Manuel Prado también las ganamos: 1956, combate de Yanacoto, tres muertos; 1957, combates de Chin-Chin y Toquepala, doce muertos; 1958, combates de Chepén, Atacocha y Cuzco, nueve muertos; 1959, combates de Casagrande, Calipuy y Chimbote, siete muertos. Y en los pocos meses de 1960, combates de Paramonga, Pillao y Tingo María, dieciséis muertos (360-361).
                    Somos los niños más engreídos
                    de esta bella y noble ciudad
                    por nuestra gracia y sagacidad (361)
¿Pretende RPR ser una novela histórica al presentar datos históricos? Creemos que la intención del autor es novelar y demostrar que, a partir de la ficción, se puede ficcionalizar los hechos y revelar verdades metafóricas más contundentes y efectivas que las del discurso histórico15. Nótese que, tras la revelación del narrador de los abusos de las guerras militares frente a los grupos indígenas, surge un fondo musical que adquiere por un lado un sentido metafórico. La letra de la pieza musical alude a los “niños más engreídos”, metáfora de las autoridades que conforman la esfera de poder.

Aunque se perciben datos históricos en RPR, hay un tiempo mítico16 vs. un tiempo histórico. El narrador nos presenta los hechos desde una perspectiva mítica e irracional, contraria al discurso histórico, por ello, el tiempo histórico en RPR está subordinado al tiempo mítico en la novela. Creemos que los datos históricos están insertos en el tiempo de la novela a modo de cortesía del narrador para que el lector compare los diversos puntos históricos pasados con el presente de los personajes que siempre concluyen en masacre.

La estrategia irónica hacia el discurso de los cronistas e historiadores pasó desapercibida a la lectura de la crítica. Sin embargo, resulta evidente la intención del autor implícito de distanciarse de aquellos a partir de las huellas en el texto de signos de puntuación que nos alertan sus distancias respecto al otro discurso: “–¿era noche, era día?–”, “¿Podía establecerse el suceso sin un cuidadoso examen?”, «colectivo». Preguntas retóricas cuyo juicio de valor tiene un objetivo en el subtexto del discurso: relativizar las verdades históricas aparentes y lo finito. Son mecanismos que nos permiten evocar un discurso irónico para relativizar y cuestionar las verdades aparentes.

Considerar que el autor implícito realiza una mixtura de discursos, a partir de la huella de otros géneros, es una idea que desestimamos ante las huellas irónicas del autor implícito en la construcción del discurso interno del narrador en la novela. Consideramos que quien se define desde una determinada postura, no se refiere despectivamente con quienes se identifica: “ciertos cronistas afirman”, “otros memorialistas discrepan”, “Así razonan ciertos historiadores”. Índice de la distancia no solo a los mismos, sino como crítica irónica y paródica de los discursos que están al servicio del poder.

En nuestra opinión, si el autor implícito quería acercarnos a los hechos que acontecieron en Cerro de Pasco, no pretendía hacerlo desde la postura documental de la historia o la crónica que significaría acercarnos a los hechos desde la perspectiva que precisamente critica, sino acercarnos desde la perspectiva del indígena con sus relatos fantásticos ante la mirada occidental. Ver a continuación el cuadro17 en el que señalamos el juego irónico entre instancias discursivas entre la Noticia (paratexto) y el texto:


RPR no pretende ser una crónica convencional aceptada por las clases dominantes, sino busca su propia estrategia de configuración que subvierta el discurso histórico: la ironía narrativa. Así, tras la aparente configuración de los hechos desde la perspectiva del cronista hay una relación dialéctica entre la Noticia (paratexto) y el discurso de la novela donde los conceptos relacionados a la representación a partir del discurso histórico y el discurso de la ficción se contraponen con la única intención de desmitificar aquellos discursos (la prensa, la Historia, la narrativa indigenista, la narrativa realista) que se pretendieron documentales y optaron por la indiferencia a la problemática andina (Lorena García, 2010b).

La pretensión de asumir ciertos roles son, en realidad, una máscara retórica del “yo” que pretende documentar con fidelidad la realidad en el orden de lo aparente; sin embargo, los cronistas e historiadores, son ironizados por el “yo” narrante con focalización omnisciente. Este descentramiento del narrador es una característica de la narrativa postmoderna y de la ironía para velar el discurso de máscara en máscara.

La práctica discursiva histórica será relativizada, en el plano del contenido, y a nivel macroestructural, el discurso histórico será ironizado por el discurso literario encabezado por una figura ficticia creada por el autor: el narrador irónico. Por tanto, el contraste intencional entre los conceptos: el discurso historiográfico (crónica y la Historia) y el discurso de la ficción (novela) permiten la configuración de una ironía hacia la práctica discursiva histórica y documental con los que mantiene una relación hipertextual.

Sobre la hipertextualidad, Genette señala que consiste en la relación que une a un texto B (hipertexto) a un texto anterior A, al que denomina hipotexto (Genette, 1989b: 14). Esta relación hipertextual, en RPR, está determinada por el discurso de los hipotextos (la crónica, la Historia, el indigenismo) presentes en el paratexto (Noticia) que funge de máscara discursiva.

Considerando la postura postmoderna de escritura del autor, creemos que no buscó hacer con la novela una copia exacta de la realidad, porque para el autor esa no es la meta de la novela postmoderna y con esto queremos responder a quienes lo acusaron de traidor de la historia por ficcionalizar los hechos. RPR es una novela irónica que incluye en el objeto de sus ironías a los discursos de la crónica periodística, a la Historia, al indigenismo y realismo cuyos discursos también fueron convocados en la Noticia a fin de cuestionar los modelos de la razón que la sostienen.


Notas:


1. En: Bensoussan, Albert. “Manuel Scorza: “Yo viajo del mito a la realidad”. En: Crisis, abril, año 1, N° 12, 1974, p. 41.

2. Ibíd.: 41.

3. Ver el artículo de Rodolfo Orozco: “Sorda tensión crece en Pasco”. En: el diario Expreso, Lima, domingo 4 de marzo de 1962, p. 1.

4. “En 1937, “La Cerro” por medio de un denuncio se apoderó de las minas de carbón ubicadas en la zona de Vichuschaca “cuyo terreno superficial pertenecía a la comunidad de Rancas”. La compañía, valiéndose de una serie de subterfugios y festinaciones de tramites firmó un documento de permuta a favor de la Comunidad “pagando su valor a justa tasación”. En 1960, la compañía minera Casablanca ocupó, sin consentimiento, una hectárea de tierras de Rancas para construir una represa. Con esta agresión, la comunidad perdió cascajo y arena que vendía a la Compañía Minera Atacocha y al Consejo Provincial de Cerro de Pasco […] En aquella coyuntura las comunidades se declaran en son de guerra. Optaron por la acción directa y recuperaron sus tierras” (Kapsoli, 1985: 60-65).

5. Si bien los mineros son una consecuencia del desempleo de los comuneros ambos tienen diferentes motivaciones: “A pesar de que el obrero es también campesino; sindicalmente tiene otro comportamiento que como campesino (…) su conducta no está inspirada por los espíritus, está inspirada por la lucha de las clases, por la huelga o la marcha” (Genaro Ledesma; citado en Dunia Gras, 1998: 179).

6. En 1962, Manuel Scorza forma parte del Movimiento Comunal del Perú en defensa de los derechos del campesinado indígena. Tras su recorrido en los Andes Centrales, denuncia los abusos que sufren los campesinos en los medios de comunicación (prensa periodística y televisión). Motivo por el que en 1968 abandona el Perú:

Asistí a las más terribles escenas: prisiones, fusilamientos, masacres asaltos. La prensa no informaba nada y a los que queríamos denunciar la situación nos reprimían. Yo fui enjuiciado junto a otros participantes, acusado de atacar la seguridad del Estado, con mayúscula. Yo era pasible de cinco años de cárcel, así que decidí salir del país. (Manuel Scorza, citado en Juan González, 1999: 28).

Durante su exilio, Manuel Scorza concluyó la novela en París y publica en 1970, en Barcelona, los hechos ocurridos en Cerro de Pasco bajo nuevos presupuestos estéticos, bajo nuevos horizontes de expectativas.

7. Rodolfo Orozco, enviado especial del diario Expreso, narraba el día sábado 3 de marzo en su artículo que la noche del viernes 2, Cerro de Pasco comenzó a agitarse con la llegada sorpresiva de 500 guardias de asalto, armados de ametralladoras y bombas lacrimógenas. Operación que se había repetido en noviembre del año pasado.
Esta vez ha enviado 500, y una oficialidad compuesta por un Coronel, 10 capitanes, 12 tenientes y 10 subtenientes. Viajaron también elementos de investigaciones, al mando del Subinspector Pablo Zelaya Robles. […]
Los comuneros tampoco permanecen inactivos y ya han mantenido una reunión conjunta con los dirigentes sindicales de la localidad y de la poderosa Federación Regional de Trabajadores Mineros y Metalúrgicos del Centro.
En previsión de una violenta intervención policial, se habría acordado iniciar una huelga general. Pero todo está supeditado al arribo, de un momento a otro, del abogado de las comunidades Dr. Genaro Ledesma, quien ayer fue puesto en libertad, en Lima.
Ver artículo de Rodolfo Orozco: “Sorda tensión crece en Pasco”. En: el diario Expreso, Lima, sábado 3 de marzo de 1962, p. 3.

8. La “Operación limpieza” consistía en desalojar a los comuneros de San Pedro de Yanahuanca de las haciendas “Uchumarca”, “Pacoyán”, “Pumayares” y “Los Diezmos”, que fueron invadidas hace 5 meses. Ver artículo: Comercio, Lima, 4 de marzo de 1962, pp. 1 y 10.

9. En: Expreso, Lima, 4 de marzo de 1962, p. 1.

10. En: Comercio, Lima, 4 de marzo de 1962.

11. En: La Prensa, Lima, domingo 4 de marzo de 1962, p. 1.

12. Para demostrar la solidaridad y adhesión a la causa de los campesinos, llegaban comunicados al diario Expreso. En: Expreso, lunes 5 de marzo de 1962, p.1.

13. Ver el anexo n° 3 de la tesis.

14. Mauro Mamani (2005) señala esta idea en su artículo “Estatuto real de Redoble por Rancas”. En: Lhymen, Revista de cultura y literatura, IV, nº 3, pp. 85-96.

15. Tras la publicación de la novela, Scorza reveló que el sorpresivo eco de su libro sacudió al Perú y que Héctor Chacón, después de once años de prisión, fue amnistiado por Juan Velasco Alvarado el 28 de julio de 1971. “[El] general Morales Bermúdez, presidente del Perú después de Velasco Alvarado, decide continuar la reforma agraria anunciada al país, lo hace precisamente en Rancas. ¿Por qué? Según Manuel Scorza porque: «la literatura cumplía una función gracias a la novela. La rebelión de Rancas salió del anonimato a la evidencia»” (Juan González, 1999: 29). Hecho que sustentaba la poeticidad, el valor de la eficacia estética de RPR.

16. La narrativa de Scorza tiene un tiempo distinto y ajeno al de la Historia: un tiempo comunitario (Hugo Neira, 1985: 94). Es un tiempo mítico, cíclico que en la novela no está supeditado a la Historia, es ésta quien está subordinada al tiempo mítico en la novela.

17. El cuadro es una propuesta personal a partir de la interpretación de las intenciones contrastantes entre la Noticia (paratexto) y el texto.

Fuente: García, Lorena. "Capítulo cuarto". En: La función estética y crítica de la ironía en Redoble por Rancas. Tesis para obtener el grado de Licenciado en Literatura, 2011, pp. 138-156.

Ver también: García, Lorena. "La figuración irónica en Redoble por Rancas". Trabajo presentado en el "III Encuentro Interfacultades de Estudiantes Investigadores 2006", UNFV, setiembre de 2006. "La ironía, eje estructural en la novela Redoble por Rancas". Trabajo presentado en el "I Encuentro de Jóvenes investigadores en Literatura Peruana", UNMSM, junio de 2010. "Máscaras de la representación en la novela Redoble por Rancas". Trabajo presentado en el "Coloquio de Literatura Regiones del Sur", UNMSM, noviembre de 2010.